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El Diario MENORCA del pasado jueves acogía un amplio artículo sobre la ocupación por las grandes cadenas de los locales comerciales en los centros históricos, referido en concreto a Maó y Ciutadella pero extrapolable a la mayor parte de los centros urbanos occidentales. La adopción del estilo de vida americano, el american way of life se está imponiendo y copando el comercio, a través de las grandes superficies, las franquicias de grandes empresas multinacionales y la venta on line. El comercio tradicional de proximidad es la víctima de los nuevos tiempos. Nos daremos cuenta del valor real de comprar en el pequeño comercio donde te conocen por tu nombre cuando sea demasiado tarde. En el despiadado mundo de los negocios, como en otros ámbitos de la sociedad, el pez grande se come al chico, poco pueden hacer los pequeños comercios con las dificultades del día a día frente al poder de las grandes empresas multinacionales de alimentación, vestimenta, etc, que en muchos de los casos tributan en paraísos fiscales y fabrican en países emergentes, con sueldos miserables.

Realmente el panorama comercial de nuestras ciudades ha cambiado enormemente. Tengo en mi recuerdo comercios míticos de Madríd y Barcelona y un sinfín de pequeñas tiendas muy especializadas donde se podía comprar las cosas más variopintas, hoy tristemente desaparecidas, donde eras atendido por un personal altamente especializado y con un conocimiento del producto que vendían que solo podía ser fruto de muchos años al pie del cañón. Esta evocación me trae a la memoria un día que, siendo niño, acompañaba a mi padre a una tienda de muelles (¡entonces había tiendas de muelles!) y mientras esperábamos turno, el dependiente despachó de mala manera, tras un rápido vistazo, a un cliente que le mostró un muelle roto con la intención de adquirir uno igual. Ante la cara de sorpresa de mi padre por el trato dispensado al mencionado cliente, una vez que éste hubo abandonado el local, explicó: ¡Éste está fresco si cree que le voy a vender un muelle para una pistola! Este comercio desapareció y por supuesto el preparadísimo vendedor junto con otro ingente número de negociós de todo tipo que daban a la ciudad una personalidad única.

Yo invito a los lectores a hacer una reflexión sobre el pequeño comercio de proximidad y a darle apoyo en su lucha desigual por la supervivencia, antes de que con la actual tendencia comercial, no seamos capaces de distinguir una ciudad de otra.

Angel Roca vidal
CIUTADELLA