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Todas las empresas, no sólo las de Menorca, tienen en plantilla al 'botones 37'. En la nómina oficial no figura detallada con esta rango profesional, pero, para que nos entendamos, sin ser el último del escalafón, es aquel empleado creado a semejanza a aquella imagen a la que tu madre sin mentarla específicamente con nombre, apellido y mote, aventuraba, en voz alta y en eso tampoco se equivocaba, aquella frase tan célebre de que 'se está rifando un guantazo y no se a quién –mentira podrida- le va a tocar'. Sabías de antemano que todas las papeletas de la rifa eran para ti solito. Eso era una tortura injusta porque la bicicleta, el parchís, el turno para ver los dibujos de la televisión y alguna cosa más que ahora no recuerdo, el sorteo era riguroso pero lo del guantazo… en mi casa el cachete venía filtrado por una mirada, pero vaya mirada. Recordarán al Mazinger Zeta cuando decía 'puños fuera' y de los ojos salían corrientes eléctricas… ni les cuento la cantidad de electrocuciones de las que fuimos objetos este Clan. Por suerte –sí, afortunadísimos- esas descargas no computaban en las facturas de Gesa… son recuerdos de niñez cándidos e inocentes como cuando se iba la luz y mi padre decía 'cuenta hasta cien y antes de acabar habrá vuelto' o cuando, también cosas de mi 'viejo', mirábamos Eurovisión y aventuraba 'Francia nos votará porque les vendemos naranjas'… pero no quiero desviarme del botones 37.

El servidor en cuestión mantiene su estatus infantil en el hogar, con sus premios a modo de rifa y el resto de la parafernalia, pero con el paso de los años ha encontrado una ubicación dentro del mundo laboral. Se encuentra lejos de un despacho personal con secretaría, tampoco le compete el estudio de la cuenta de explotación, ha oído hablar de dietas y kilometraje, y también tiene un amigo que tiene un conocido cuyo primo tercero de la cuñada del portero, un día le concedieron dos horas y media de asuntos propios. Por cierto, el '37', generalmente, está por debajo de ser mileurista.

Para que ustedes se hagan una idea aproximada, el botones 37 suele ser aquella persona de estudios básicos, con algún que otro reciclaje en inglés, más listo que inteligente, amigo de sus compañeros, incapaz de hablar mal del generalato y la tropa. Suele llegar el primero y marchar el último, incapaz de solicitar aumento de sueldo, declina el tiempo estipulado del cigarrillo, te cambia el turno sin rechistar, su hoja de absentismo está por estrenar, acude al doctor en horas no laborales, en definitiva el trigésimo séptimo empleado reúne una relación de condiciones que todo jefe anhela para su empresa.

Sin embargo el afortunado (¿) suele ser el centro de las culpas de absolutamente todos los entuertos –ahora llamados 'marrones'- que van aconteciendo en la jornada. Es como aquellas fichas de dominó que se empujan unas a otras hasta que finalizan –esta es otra versión- todas en pie menos la número 37, llamémosle Luis.

El jefe quiere ya las fotocopias que encargó ayer. Lola, la 'secre', llama por el interior, solicita el encargo que dejó en la carpeta, guardando su orden pero es que antes de las suyas, se encontraban 23 carpetas a razón de un centenar por unidad. Lola se escandaliza con María, a la que la arrincona con un 'eran muy urgentes', y aquella con nombre de virgen despeja con vultuosidad: 'A mí Luis no me advirtió que fueran tan urgentes'. Bronca para Luis el 37.

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Podríamos extendernos en ejemplos porque 'Luis, el botones 37', aquel que es válido para un barrido y un fregado existente en todas las empresas, también, pero con tal de no armar bronca,,,

Y es que en verdad, todos somos un poco '37'. Sólo tienen que preguntar quién ha escrito esta gran verdad…

CARMEN: 'Yo le comenté a Tere que podríamos escribir sobre injusticias laborales…'

TERE: 'Tienes razón, Carmen, y yo le recordé a Rafa el otro día pero no sé si tomó nota o....'

RAFA: 'Localizarme a Luis. Se va a enterar este tío… mira que se lo dije pero como siempre está en la luna… si es que no tiene remedio.