Un ejemplar que en su día fue hallado en aguas menorquinas y que se entregó al Palma Aquarium para ser recuperado. | GOB

TW
1

Ninguna tortuga marina ha pasado en lo que va de año por el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre que gestiona el GOB. Interpretar si ésta es una buena o mala noticia resulta difícil de decir, pero lo que sí pone de manifiesto es un cambio de tendencia respecto a la última década. Y es que según los datos aportados por la entidad ecologista menorquina, en palabras de su coordinador general, Cristòfol Mascaró, lo normal es que cada año pasen por el centro entre uno y cinco ejemplares en peligro para que posteriormente sean trasladados a Palma para que reciban el tratamiento que precisan.

Un servicio que en el Archipiélago es gestionado por el Consorci per a la Recuperació de la Fauna de les Illes Balears (Cofib), entidad que desde hace cuatro años tiene un contrato de asistencia técnica con Palma Aquarium, empresa que se encarga de realizar un registro anual de los varamientos de tortugas marinas en Balears, así como la identificación de las causas y la recuperación de ejemplares heridos que llegan a la costa.

La entidad en cuestión acaba de hacer públicas las estadísticas correspondientes a 2018, que hablan de un total de 38 quelonios varados, 27 de ellos en Mallorca, siete en Eivissa y Formentera y otros cuatro en aguas menorquinas. Ejemplares estos últimos que aparecieron ya sin vida y que fueron recogidos directamente por agentes de Medio Ambiente.

Según las estadísticas del GOB, desde 2008 se han derivado a Palma 23 ejemplares de tortuga marina para recibir algún tipo de tratamiento. Siendo 2010 y 2013 los años con menor volumen, una tortuga, y 2008 el de mayor, con cinco ejemplares.

De cualquier forma, las cifras siguen hablando de una situación en la que en el caso de la tortuga boba (Caretta, caretta) está calificada como «vulnerable» en el Catálago Balear de Especies Amenazadas. Entre los principales peligros que afrontan estos animales figuran, principalmente, la interacción con la pesca, la contaminación, el tráfico marítimo y la destrucción de sus áreas de nidificación. Según apuntan desde Medio Ambiente, en los últimos años se ha observado que la principal causa que lleva a las tortugas al centro de recuperación son los plásticos, que ingieren confundiendo con el que es uno de sus principales alimentos, las medusas, que a la postre se convierten en trampas mortales.