La Isla es el punto más oriental de España, por lo que es el territorio donde antes se pone el sol | Laura Amores

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Illes amb Claror reclama no cambiar la hora como está previsto para el día 30 de octubre, sino seguir con el horario de verano en Balears, propuesta trasladada ante el Parlament, que aprobó esta semana una declaración institucional a favor.

Las mejoras económicas que podría suponer la medida son una de las razones por las que sectores como el turístico se posicionan a favor. La gerente de la Asociación Hotelera de Menorca (Ashome), Azucena Jiménez, afirma que sería «beneficioso porque los turistas se moverían más, harían más excursiones». Más horas de sol serían «un elemento atractivo para el turista una vez ya está en el destino» aunque entiende que se trata de una decisión «no autonómica sino estatal». El pequeño comercio no tiene tan claro que afectara en positivo a las ventas. Algunos establecimientos consultados se muestran escépticos: «Si alguien necesita algo sale igual», cree la responsable de Can Pizà, en Ciutadella, porque «en invierno la gente de aquí tampoco pasea tanto por las tardes».

No tocar el reloj implicaría más horas de luz siguiendo el estilo de vida generalizado, según la argumentación de Iles amb Claror. Pero Madrid ya ha advertido a Balears que no puede modificar o mantener el horario de forma unilateral porque está regulado a nivel europeo, así que, como en la madrugada del domingo las 3 volverán a ser las 2 horas, hay que tener en cuenta algunos de sus efectos en el cuerpo y cómo afrontarlos.

El cambio de hora significa una alteración del ritmo circadiano, es decir, de las horas de luz y oscuridad. Los estudios realizados sobre la influencia de los cambios horarios en el funcionamiento del organismo no aportan resultados concluyentes en lo que a los ritmos cardianos se refiere, según Sanitas. Sí es un hecho probado que desde una perspectiva fisiológica tiene un efecto inmediato en la secreción de melatonina, la hormona que regula los estados de vigilia y sueño en función de la luz solar. «A más luz se produce menos melatonina, por lo que la función de inducir el sueño que tiene esta hormona se produce de forma más tardía», como sucede en el otro cambio de horario, el de invierno a verano que se produce en marzo.

Aunque en los próximos días uno podrá notar cansancio, fatiga o incluso irritabilidad, el médico Fernando Salom indica que se trata de un cambio al que «nos adaptamos rápidamente». Especialista en el tratamiento de deportistas, considera mucho peor para el rendimiento un cambio de huso horario, que provoca el fenómeno conocido como jet-lag cuando viajamos a países con otras zonas horarias. «En ese caso sí se necesita un proceso de adaptación de días y el acompañamiento médico» cuando se someten a pruebas físicas, explica. A quienes más afecta la desregulación de melatonina es a los niños y personas mayores, «ya que tienen una mayor sensibilidad ante estos cambios hormonales», como explican desde la mútua sanitaria. Los lactantes pueden sufrir algunos trastornos alimenticios leves, pero poco más.

Si no existen problemas de salud en apenas tres días el cuerpo se habrá regulado nuevamente, pero igualmente los expertos dan algunos consejos para que nos afecte lo menos posible. El primero, adecuar el cambio progresivamente. Una semana antes se pueden ir atrasando las actividades diarias, sobre todo las comidas y la hora en la que nos levantamos y nos acostamos. Basta con 15 minutos cada dos o tres días. Practicar ejercicio físico suave en los primeros días ayuda a disfrutar de un buen estado de ánimo y que la salud no se resienta con el cambio de estación. Los que mantienen unos hábitos de sueño regulares durante todo el año también tienen más puntos para sobrellevar con ligereza que se devuelva la hora que se quitó al reloj en marzo.