Uniciclos. Uno de los productos más atractivos dentro de la oferta de movilidad sostenible. Este modelo, el Star One, perfecto para las distancias cortas, se puede encontrar en el mercado por 1.100 euro | Josep Bagur Gomila

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Joan Sastre tiene dos bicicletas eléctricas y dice que está «encantado de la vida» con ellas.El tema le interesa, y por eso ayer por la tarde se dejó caer por la Plaça des Born para echar un vistazo a la exhibición realizada con motivo de la celebración de semana europea de la movilidad. Cuando se le pregunta si estaría dispuesto a cambiar su coche de gasolina por uno eléctrico, la cosa ya no está tan clara. «He venido con la intención de probarlo, pero a través de mi experiencia con las bicis he descubierto algo que no me gusta, la duración y el precio de las baterías», confiesa Sastre, quien reconoce que el motor eléctrico es «un gran invento, pero todavía deja algo que desear».

De convencerle de lo contrario se ocupan los promotores de encuentros como el celebrado ayer en Ciutadella, y que tendrá hoy continuidad con una ruta ecológica que visitará otros municipios de la Isla. Uno de los organizadores, Jaco Peral, de la empresa Sorenoid, nos habla de las ventajas. «Los coches eléctricos son todavía caros, pero cuando haces números, a la larga compensa».En ese sentido, los números hablan por sí solos, añade: «con una tarifa plana, hacer 100 kilómetros cuesta un euro, mientras que un motor de gasolina consume entre 6 y 7».

El otro caballo de batalla, el de la autonomía, gracias a los avances técnicos, cada vez es un problema menor, con distancias que rondan los 200 kilómetros, lo que en la Isla permitiría ir y volver dos veces desde Maó a Ciutadella. Al fin y al cabo, sostiene Peral, es una cuestión de organización: «Hay que vincularlo a un punto de carga para quitar miedos y organizarse igual que ya hacemos con el móvil para gestionar la batería».

Pero además del ahorro, y no solo en el consumo, ya que en algunas ciudades también implica ventajas como no pagar la zona azul o los peajes, además de subvenciones y rebaja de impuestos, la imagen es también una cuestión clave. «Las empresas miran lo eléctrico con buenos ojos también por la imagen corporativa. La reducción e la huella de carbono cada vez se pide más», explica Peral.

Aunque la implantación de los coches eléctricos en España se estima en torno al 2 por ciento del parque móvil, todo parece indicar que en los próximos cinco años se «producirá un vuelco», asegura Juan Carlos, uno de los expositores que participó en la cita de ayer. «Si te fijas bien, en Europa, de París para arriba la movilidad eléctrica ya está mucho más implantada», asegura. Parece que lo que falta es cuestión de cambiar el chip.