Algunos niños exprimen el día en un centro acuático de Menorca. | Josep Bagur

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Cuando el calor del verano aprieta no hay mejor remedio que una buena zambullida para paliar el mercurio.

Las piscinas y centros de ocio acuáticos constituyen, junto a las playas, los puntos que congregan a un mayor número de personas durante las horas centrales del día.

Pero, ¿tomamos precauciones suficientes a la hora de meternos en remojo? A continuación, algunos consejos de los expertos que no deberías ignorar para tu seguridad y la de los tuyos.

- No es conveniente hacer uso de las piscinas si se sufre algún tipo de enfermedad infecciosa. En cualquier caso, y como indican normalmente las reglas de utilización de estas instalaciones, es recomendable ducharse antes y después del baño como medida preventiva.

- Los niños deben bañarse siempre bajo la vigilancia de un adulto. Los más pequeños deben hacer uso de manguitos o chalecos flotadores adaptados siempre a su tamaño. Además, debemos cerciorarnos siempre de la correcta colocación de estos dispositivos.

- Los resbalones y caídas son unos de los mayores peligros que entrañan el uso de piscinas. No jugar ni correr en las inmediaciones de bordillos, escaleras y toboganes y desplazarse por la orilla nunca descalzos y sí con un calzado cómodo y adecuado pueden ahorrarnos algún mal trago.

- Asimismo, otra amenaza del medio acuático es un mal golpe a raíz de una zambullida mal calculada, especialmente en el uso de trampolines. Hay que observar siempre y tener en cuenta la profundidad de la zona escogida y procurar no golpearse fuertemente en zonas como cuello, tórax o abdomen.

- Divertirse no debe ser sinónimo de hacer el gamberro. Es recomendable evitar juegos violentos en las cercanías del agua y dentro de ella, así como evitar prácticas que puedan molestar o poner en peligro al resto de usuarios de la piscina.