Pablo Valencia, de Q-Impact. | Gemma Andreu

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«Estamos muy cerquita de poder desmantelar la central de Maó». Es el mensaje que lanzó ayer el gran impulsor del mayor proyecto renovable que hay en la Isla, Pablo Valencia, socio director de Q-Impact, que entre Es Mercadal y Maó ha promovido dos parques que sumarán una potencia de 90 MW (megavatios). Valencia explica que entre los parques que ya están en marcha, los que están en construcción y los ya autorizados en la Isla suman unos 200 MW con capacidad para cubrir de media el 60 por ciento de la demanda eléctrica anual de la Isla.

Los cálculos del promotor son claros. Con la llegada de un segundo cable, que permita doblar la capacidad de transporte actual, podría llegar del resto del sistema balear el 40 por ciento restante, dejando la central de Maó como una mera instalación de soporte ante eventos meteorológicos desfavorables para la producción renovable. Es la visión de futuro optimista que tiene un promotor que, no obstante, también advierte de que sin suficiente capacidad de evacuación, como ocurre con un solo enlace submarino, ni sistemas de almacenamiento, mucha de la energía (se estima que en torno al 15 por ciento de la que se genere) «deberá ser tirada al mar».

Cabe recordar en este punto que Red Eléctrica no prevé empezar a tender en enlace submarino hasta más allá del horizonte 2026, aunque ya ha avanzado trabajos e inversiones para poder ejecutar el proyecto con rapidez en cuando sea aprobado por el Gobierno. La solución de transición que va a llevar a cabo, la instalación de baterías para poder redoblar la capacidad de transporte del cable actual, «no es suficiente para evacuar la energía que se prevé generar», defiende Valencia.