El presidente del Consell, Vilafranca y el alcalde de Maó, Héctor Pons, junto a Adriano Tutello (Mirova) Pablo Valencia (Q-impact) en la colocación de la primera piedra de las obras del parque fotovoltaico. | Gemma Andreu

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La finca de Dragonera, en Maó, ha acogido este miércoles el acto oficial de colocación de la primera piedra del parque fotovoltaico Menorca Renovables II, la que se convertirá en el primer trimestre de 2026, cuando está prevista su finalización y puesta en marcha, en la mayor instalación renovable no solo de Menorca, sino de todo el archipiélago balear. Para hacerse una idea de la trascendencia de este nuevo parque hay que tener en cuenta que tendrá una potencia pico de 60 MW (megavatios), superior a la instalada en el nuevo megaparque de Son Salomó.

Al margen de su potencia, que permitirá satisfacer más del 20 por ciento de la demanda insular, el proyecto incluye una novedad crucial en el camino a la transición energética, la hibridación con un sistema de baterías que permitirán almacenar y seguir suministrando energía solar a la red en los picos de demanda nocturna a razón de 120 MWh (megavatios hora) de de 30 MW durante cuatro horas, lo que favorecerá la reducción de la dependencia de la central térmica del puerto de Maó en los momentos de mayor consumo del día.

El parque, que ha sido promovido desde el año 2018 por el fondo español Qualitas Energy y Q-Impact sin ningún tipo de subvención pública, ha sido adquirido ahora por Mirova, una empresa internacional de gestión de activos con una gran experiencia en el sector renovable en todo el mundo y que se hará cargo de la construcción, gestión y operación. Será esta compañía con sede en Francia la que realizará los más de 80 millones de euros de inversión prevista entre la instalación de las placas y de las baterías.

El socio director de Q-Impact, Pablo Valencia, ha destacado en el acto de colocación de la primera piedra del nuevo parque que el «respeto y cariño» hacia Menorca que ha movido a la ejecución de un proyecto que ha calificado de un «hito en la transición energética de la Isla»y en el camino hacia el «desmantelamiento» de la central de Maó. La instalación de baterías se ha llevado a cabo sin que existe un marco legal que regule el precio al que el productor podrá vender la energía almacenada, lo que supone un riesgo que los inversores toman a la espera de que el Gobierno dé los pasos necesarios.

Esa valentía en la apuesta por Menorca a pesar de las incertidumbres normativas ha sido especialmente destacada por el presidente del Consell, Adolfo Vilafranca, quien además ha exigido al Ministerio para la Transición Ecológica que comprometa lo antes posible la construcción de un segundo cable submarino con Mallorca que será crítico a la hora de poder evacuar los excedentes de generación solar.

El parque se distribuirá en tres fincas, una al lado de la subestación eléctrica de Dragonera y otras dos al norte de Sant Climent, en la que se instalarán más de 90.000 placas solares con una ocupación de casi 40 hectáreas, a las que hay que sumar una línea de conexión sepultada de 4.075 metros, una subestación de 1.240 metros cuadrados y el sistema de almacenamiento de energía, que ocupará cerca de 1.300 metros cuadrados. Está previsto que su producción anual llegue a los 92.000 MWh, el equivalente al consumo de casi 28.000 hogares.