Esteve Barceló, el número 2 de la ejecutiva de Més per Menorca, y Josep Juaneda, el nuevo coordinador del partido. | Katerina Pu

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Josep Juaneda Mercadal (Ciutadella, 1981) es desde este sábado el nuevo coordinador de Més per Menorca, el cargo en el que releva a Miquel Àngel Maria y que pone colofón a una trayectoria política de 12 años, iniciada como concejal y encumbrada en los últimos comicios como candidato a la presidencia del Consell insular. Hoy es la cara visible del cambio y del relevo generacional en el seno de la formación econacionalista.

—Me mueve la implicación, pero también la vocación y la convicción que tengo en este proyecto desde el primer día. Nuestro estado de salud es muy bueno y el relevo generacional está más que garantizado con un grupo de personas jóvenes que atesora una mirada renovada de la política.

¿Siente gran responsabilidad por suceder a Maite Salord, Miquel Àngel Maria o Nel Martí como cara visible de Més?

—Claro. Son personas de un gran valor, pero quienes debemos tirar del carro ahora somos otros, incluidos los miembros de la nueva ejecutiva que acaban de concurrir por vez primera a unas elecciones y que hoy son concejales en Maó, Sant Lluís, Ciutadella o Es Castell.

Ahora que proliferan los gobiernos de PP y Vox, ¿es más necesaria la voz menorquinista, ecologista y de izquierdas en las instituciones?

—Sí, Més representa todos los valores de la izquierda, desde el menorquinismo al soberanismo, el republicanismo o el feminismo. Somos más necesarios que nunca para aglutinar a los colectivos que sufren la política agresiva de quien no trata a todas las personas por igual. Nuestro proyecto nace por y para Menorca y es comparable a otros como el BNG gallego que, pese a ser ideológicamente más de derechas, representa a una parte muy transversal de la sociedad.

Como partido esencialmente menorquín, no deben rendir cuentas a ninguna dirección ajena en Palma o Madrid.

—Así es. Y aunque otros dicen que también piensan por Menorca, las decisiones que nos afectan las acaban tomando personas que viven en Madrid o Palma. Es la dinámica de los partidos más centralistas que urge combatir desde una visión más de territorio.

¿Aquel objetivo tan manido, e inalcanzado, de tener un representante de partidos menorquinistas en las Cortes?

—Totalmente. Ahora contamos con el senador Vicenç Vidal que, pese a no ser menorquín, trabaja mano a mano con nosotros. Pero lo suyo es contar con un representante en el Congreso, el Senado y el Parlamento Europeo que tenga una visión insular. Lo vamos a intentar próximamente en las elecciones europeas, participando de una amalgama de partidos de distintas comunidades en clave territorial. Més no está sujeto a ninguna decisión de partido ni responde a una jerarquía vertical sobre lo que se decide en Madrid. Mientras otros partidos toman decisiones desde Madrid pensando en Menorca, nosotros aspiramos a condicionar desde Menorca las decisiones que se toman en Madrid.

¿Cómo está su relación con Més per Mallorca, que ha sufrido repetidos altibajos durante estos últimos años?

—La relación actual es buena, pero seguiremos actuando sin estar sometidos a ninguna directriz que nos venga de arriba. Y si, para defender Menorca, debemos discrepar de otros partidos que siguen nuestra misma línea política, lo haremos. Como ya lo hicimos meses atrás con la Ley de la Reserva, que nos llevó a plantarnos ante nuestros compañeros de Mallorca.

¿Qué les falta para ser la fuerza hegemónica de la izquierda en Menorca y no el complemento del PSOE en las coaliciones de gobierno progresista?

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—Estoy convencido de que seremos el paraguas que dé cobijo a toda la izquierda y que permita canalizar el descontento social. Tenemos muy claros nuestros valores, pero debemos mirar la mejor forma de trasmitirlos para que sean percibidos por la sociedad.    Para que se nos vea como una alternativa real a favor de la protección del entorno y para lograr que los menorquines puedan vivir de una forma digna. Somos los defensores de la lengua propia y el territorio pero, también, de las personas y de su bienestar. ¿Cómo? Poniendo límites a la masificación turística, fomentando la conectividad exterior e impulsando ritmos de vida saludables.

¿En qué sentido?

—En lograr que todos los menorquines puedan tener un trabajo de calidad y una vivienda digna.

De momento, ya han impulsado una campaña para que se tomen medidas que frenen la masificación que se padece en plena temporada turística. Pero el gobierno del Consell no parece estar por la labor de limitar ya la entrada de vehículos.

—Los datos indican que Menorca se satura en verano, y ya se tienen todas las herramientas legales para evitar la entrada de más coches. Proponemos hacerlo de forma progresiva, pero el actual gobierno prefiere no poner un límite y dedicarse a hacer más carreteras y más párkings. Y así entramos en una espiral sin solución posible. Es el pez que se muerde la cola. Como no paremos ya el alquiler turístico y reconvirtamos las 8.000 plazas ilegales al alquiler residencial, seguirá habiendo serias dificultades de acceso a una vivienda.

Pues el Ibavi nunca había proyectado tanta obra pública como ahora. Cada municipio de la Isla tiene su propia promoción en marcha.

—El Ibavi está recogiendo los frutos del trabajo realizado en la anterior legislatura. Estamos muy contentos de que sea así, pero el actual Govern no puede vivir solo de las rentas y debe ponerse las pilas ya.

¿Qué soluciones le pueden dar al campo tras la tractorada?

—Apoyar su diferenciación y regular el sector para realzar sus singularidades. Nada que ver con el café para todos del PP, que no distingue lo que necesita el sector agrario de la Isla de aquello que se pide para el conjunto de España. La payesía de Menorca necesita que apostemos por la producción y la diversificación.

¿Su mensaje cala ya entre el empresariado turístico? ¿Han dejado de ser el partido del no?

—¡Y tanto! El mantra del partido del no ya está pasado de moda.    Hemos demostrado que hacemos política en positivo y solo somos el partido del no para decir no a la masificación y a la destrucción del territorio, pero sí a garantizar la mejor calidad de vida posible para todos los menorquines.

Humanizar la política, dijo durante su intervención el sábado en el congreso de Més...

—Cabe humanizar la sociedad para que no se desconecte de los principios más coherentes con el bienestar de las personas y podamos combatir la actual agresividad, violencia social, injusticia económica y desastre ecológico que tiene sumida la política en el individualismo y el fascismo. Hace falta un amor revolucionario. A nuestro territorio, a nuestra cultura y a las personas.