Existe medio millar de cotos de caza en la Isla

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Tres de cada cuatro hectáreas del territorio insular tiene aprovechamiento cinegético, lo que significa que casi todas las fincas rurales cuenta con suelo acotado para esta actividad. Se trata de un dato en consonancia con la propiedad privada del suelo rústico, que en una proporción todavía algo mayor es de titularidad particular.

En la mayoría de los casos constituye un ingreso más para el sostenimiento de los llocs, ya que esos cotos son explotados    mediante contrato de alquiler o usufructo por sociedades o grupos que practican la caza en los periodos autorizados. En otros es una actividad restringida bajo gestión de la propiedad de la finca y los cotos que haya en la misma.

Como bien saben los cazadores, es un deporte generalmente caro, (licencia, equipación, seguro, escopeta, munición, perro...). Luego, si la amistad, el vínculo familiar o la tradición les permite acceder a estos espacios vedados para el uso general sin necesidad de alquiler o contrato les aliviará los costes.

Así y todo, en Menorca hay seis sociedades de caza registradas e inscritas en la Federación Balear de Caza, que hasta ahora han podido mantener la actividad mediante acuerdos con algunas fincas y el apoyo de la administración. Casi todas ellas están especializadas en alguna práctica como Perdigoters de Menorca, Cans de conill de Menorca o la Associació Menorquina de Falconeria, que se mantienen merced a esos acuerdos que les permiten seguir con una afición con larga tradición en la Isla y arraigada entre amplios sectores sociales con origen mayormente en la vida rural menorquina o vinculada afectiva o económicamente a ella.   

117.000 euros

La autorización de los cotos, que debe gestionarse a través del Consell, titular de esta competencia, genera unos ingresos anuales para la administración de 117.741 euros, según los presupuestos aprobados para de este año.

Aquellos municipios menos urbanizados, como Ferreries y Es Migjorn son los que más superficie de su territorio tienen con cotos de caza. No hay fincas que desaprovechen este recurso no tanto por la riqueza cinegética que contengan así como    como por tradición, ocio y deporte de sus propietarios.

La dinámica de compraventa de fincas registrada en la última década conlleva también el cambio en la titularidad de muchos de los cotos, en los que los apellidos menorquines han sido sustituidos por nombres de empresas u otros de origen foráneo, aunque estos son todavía    muy minoritarios entre el medio millar de cotos que se reparten la caza en Menorca. En cuanto a dimensiones, el más pequeño tiene 3,5 hectáreas y el mayor 1.289.

Algunos recordarán todavía la experiencia de turismo cinegético que intentó ponerse en marcha a finales de los años ochenta en una finca de Ciutadella propiedad de una firma inversora y que tuvo escaso recorrido.

Reglamento

La gestión de esta actividad, más allá de la regulación establecida para los periodos de veda para cada especie, padece un déficit notorio como es la falta de reglamento, cuya redacción y aprobación corresponde al Consell. La convocatoria de un contrato menor para la redacción del mismo no obtuvo ningún interesado el año pasado y ahora ha vuelto a salir a concurso también mediante un contrato menor, con un coste máximo de 14.000 euros.