Bolsas rotas de las que emerge una bolsa de sangre con el tubo y el catéter.

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Bolsas de sangre, de hemoderivados y catéteres se depositan entre los residuos del vertedero de Milà, en la celda dos, algo que según el director insular de Medio Ambiente, Esteve Barceló, en respuesta a las preguntas formuladas por este periódico, es correcto y ajustado a la normativa vigente.

Por un lado, se trata de restos que según el decreto 136/1996 de gestión de residuos sanitarios de Balears, entran en el grupo III y deben salir de la Isla para ser tratados en una planta, bien para su incineración o esterilización, como recoge esta norma. Pero con posterioridad, en 2006, una circular aclaratoria con criterios de clasificación de los residuos generados por instalaciones sanitarias, en la que intervienen dos direcciones generales del Govern, la de Salud Pública y la de Calidad Ambiental, autoriza a que el material de un solo uso para la recogida de líquidos corporales, bolsas de sangre y plasma vacías, así como bolsas de colostomía, pueda ser vertido en Milà.

A dicha circular se refiere Barceló cuando declara que «se está gestionando como corresponde, se transporta todo a un depósito controlado en la celda dos». Añade también que estos restos sanitarios «no conllevan riesgo para la salud» y que las bolsas que aparecen en las fotografías a las que tuvo acceso «Es Diari» pueden haber conservado el color de la sangre pero estarían vacías, algo que no sucede sin embargo con el tubo conectado a este equipo desechable para transfusiones, que en la imagen parece lleno de líquido.

Las bolsas que proceden de cualquiera de los centros sanitarios de la Isla deberían estar bien cerradas pero aparecen rotas. Afirma el director insular que eso se debe a la manipulación con las máquinas en el vertedero. Barceló añade que cuando se detecta algún mal procedimiento en la selección en origen de los residuos sanitarios se avisa al centro en cuestión.

La circular a la que se ciñe el Consell para defender que se cumple la buena gestión de los restos sanitarios permite echar esas bolsas que han contenido sangre, vacías, «siempre que no haya existido contacto con enfermedades infecciosas» capaces de transmitir sida, cólera, meningitis, tifus, fiebre hemorrágica entre muchas otras de un listado que recoge el decreto 136/1996.

Esta normativa, al referirse a los residuos sanitarios del grupo III, sangre y hemoderivados, sin especificar bolsas llenas o vacías, alude a que pueden representar un riesgo para las personas que laboralmente estén en contacto con ellos, para la salud pública o para el medio ambiente; la circular de 2006 sin embargo se salta esta advertencia y solo enumera los distintos grupos. 

El Govern balear trabaja en un nuevo decreto para regular la gestión de los residuos sanitarios en la comunidad autónoma, pero desde 2018 aún no ha salido adelante, como explica el titular de Medio Ambiente en el Consell. Dicho decreto revisaría y adaptaría la normativa actual y abordaría una clasificación de los residuos II, III y IV más precisa, de acuerdo a las normativas europeas.

El apunte

El hospital pasó una auditoría externa sobre selección en origen en 2022

Los residuos sanitarios proceden de la sanidad pública y privada así como de centros veterinarios y otro tipo de clínicas. Como gran generador está el Hospital Mateu Orfila, que selecciona de acuerdo con la normativa pero además tiene un plan interno de control cuya última revisión fue en julio de 2021. También explican desde el Área de Salud que el centro se somete a auditorías externas y la última fue el pasado abril. Diferencian claramente que las bolsas de sangre no pueden llevar líquido. Si se quedan a medio usar y contienen líquido son Grupo III y no pueden ir a Milà.