En su intervención prestó especial atención a las políticas culturales. Primero, demostró que los grandes teatros no podrían existir si no fueran públicos. El Liceo o el Real, el Principal o el Born no podrían subsistir en manos privadas «a no ser que se ofrecieran políticas fiscales que incentiven las grandes fortunas a invertir en equipamientos culturales». Lamentó que las ayudas públicas a las entidades y proyectos culturales reciban el nombre de «subvenciones». Afirmó que la cultura no puede sobrevivir sin el apoyo de las administraciones. Puso como ejemplo la Semana de la Ópera, con dos representaciones y un concierto al año, con 140.000 euros de aportación pública. «Una butaca en platea cuesta 170 euros, ¿cuánto costaría si no existieran ayudas?». Apuntó que «renunciar a la cultura es deshumanizar la sociedad y la esencia misma sel ser humano. Es necesario democratizar la cultura y esto no es posible sin políticas culturales» que lo hagan posible.
Sobre los criterios de la programación abogó por la iniciativa «del tejido social» y defendió el objetivo de diversificar autores y repertorios para crecer. También defendió la crítica cultural en los medios.
6 comentarios
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Si claro, podríamos poner en nómina de la administración a cualquier persona que se considere "creador cultural". Así ya no se estaría subvencionando a nadie y la "cultura" sería accesible para todos. Entonces se plantearía el problema con la definición de "cultura" y, todos los políticos aprovecharían para enchufar a todo toda persona que difunda su ideología disfrazada de cultura.
la star,acercando el ascua a su sardina?
Totalmente de acuerdo, pero con supervisión porque detrás de muchas fundaciones culturales están los fines ideológicos que no tienen nada que ver con la Cultura
Grandes teatros operísticos de todo el mundo funcionan EXCLUSIVAMENTE con aportaciones privadas y con los ingresos que ellos mismos son capaces de generar por diferentes vías, entre ellas los ingresos por taquilla. Para no extenderme, citaré sólo dos ejemplos: Metropolitan Opera House de N.Y. y la Opernhouse de Zurich. Las subvenciones públicas deberían ser mucho más selectivas y estar pensadas para cuestiones de primerísima necesidad social. Dar dinero público para la ópera, el rock, el flamenco, los toros, o el cine (sobretodo con la basura de cine que se hace en España), es algo que debería repensarse muy bien y en todo caso, reducirse al mínimo y para casos muy particulares. Cada espectáculo debería ser financiado por quienes acuden a disfrutarlo y por quienes quieran patrocinarlo con su dinero. A mayor calidad, más afluencia y los artistas pueden cobrar mejores sueldos. Si quieres hacer una película basurienta según tu ideología sectaria y resulta que eso no interesa a nadie, es tu problema, pero lo pagas de tu bolsillo y te haces cargo de las pérdidas. Así tal vez la próxima película que hagas será mejor y la verá más gente. Pero claro, estas cosas el comunismo aburguesado no las entiende. Lenin tampoco.
Se llame subvencion se llame como se llame tendría que desaparecer [la subvencion]
Estoy de acuerdo de que no deberia llamarse subvención ( ayuda económica destinada a realizar una actividad de interés general..) pero por un motivo diferente. La izquierda adopta la palabra “cultura” y dentro de ese saco caben todo tipo de subvenciones y si eres critico, o eres un ignorante o un inculto.. De verdad es de interés general gastarse 140.000 euros públicos en tres representaciones operísticas??? a los que les gusta que paguen para sufragar los gastos y el dinero publico para otras cosas más necesarias