Fotografía de este agosto en Cala Mitjana, la playa que ha presentado una carga más alta en función de su capacidad óptima.

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La presión humana sobre las playas de Menorca ha aumentado de forma considerable este verano, pese a la menor afluencia de turistas. El cambio de modelo y hábitos del visitante ha sido evidente. Este aumento se ha producido sobre todo en los arenales de tipo B, aquellos situados en zonas protegidas pero con buena accesibilidad y unos mínimos servicios, como Macarella, Macarelleta, Turqueta o Cala Mitjana, entre otros. Son las más populares entre los turistas.

Es la principal conclusión de un informe del departamento de Medio Ambiente y Reserva de Biosfera del Consell, uno de los cinco estudios que forman parte del proyecto Marebi que se ha llevado a cabo con la colaboración de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través del programa Pleamar cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca. Los resultados de estos trabajos se darán a conocer hoy en el IME, a las 18 horas.

El informe se ha realizado mediante el trabajo de campo en 54 playas, a las que se acude con periodicidad quincenal. Un parámetro que emplea el estudio es el nivel de carga media que ha soportado la playa en relación con lo que se considera una cifra óptima en base a que cada usuario disponga de un espacio determinado (diez metros cuadrados en las B y C, cinco en las A). Si se supera el cien por cien, se estima que hay un exceso de bañistas. En el cómputo global de las 54 playas, la capacidad de carga soportada ha sido este Fotografía de este agosto en Cala Mitjana, la playa que ha presentado una carga más alta en función de su capacidad óptima. año del 124 por ciento, considerablemente por encima del 83 por ciento del año pasado y del 102 por ciento de 2019.

En las playas del tipo B, las más atractivas, se produce la evolución más preocupante, ya que la carga media ha pasado del 132 por ciento de 2019 al 160 por ciento de este verano, es decir, un 21 por ciento más. En 2020 fue un 111 por ciento. En las playas del tipo A se ha ascendido hasta el 110 por ciento, cuando hace dos años el porcentaje se quedó en un 89. Agosto es el mes con mayores aumentos. En las playas de tipo B que se estudiaban en 2001 (se usan menos playas en esta comparativa a más largo plazo), el nivel de carga ha pasado del 98 al 204 por ciento.

Otro indicador es el número máximo de usuarios (la suma de las cifras más altas de cada playa). En 2021 ha sido de 31.805, lo que representa un 14 por ciento más que en 2019. El aumento se produce todo el verano, pero es más acusado en la segunda quincena de agosto, con un 33 por ciento.

Respecto a 2001 el aumento es del 35 por ciento. La capacidad máxima de estas 54 playas se calcula en 38.627 personas, muy por encima todavía del máximo registrado, pero el problema es que los bañistas se distribuyen de forma desigual. En las playas A (urbanas) y C (zonas protegidas con acceso solo a pie) se han producido aumentos en momentos concretos, aunque sin alcanzar sus máximos. La situación más problemática se concentra en las playas tipo B. La suma de cifras máximas en estos 21 arenales ha llegado a ser de 12.483 usuarios, cuando se estima que su capacidad máxima es de 12.000.