Cada vez que llueve hay que eliminar, durante horas, la porquería que cae del techo.

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El polideportivo del IES Pasqual Calbó i Caldés de Maó vuelve a dar problemas cuando llueve. Las filtraciones de agua, que arrastra las deposiciones de las palomas que viven bajo las placas solares del techo, son muy voluminosas, por lo que el espacio se ha tenido que dejar de utilizar varios días desde que empezó el mal tiempo. Cada chubasco obliga a limpiar la pista durante horas, a achicar una gran cantidad de porquería de todos los rincones. El suelo se resiente (su deterioro es evidente), se pudre el material y se agota la paciencia de alumnos, padres y profesores.

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El problema viene de lejos. El polideportivo se inauguró en 2004. La obra consistió en el cerramiento de una estructura donde estaban las placas solares que instaló GESA en 1992. Bajo esas placas se ha generado un ecosistema que obtura las tuberías de evacuación del agua, y de allí los problemas. En 2012 y 2013 la comunidad educativa reaccionó con protestas tras varios episodios de inundación severa. La Conselleria de Educación lo achacó a la falta de mantenimiento, prometió una serie de arreglos, pero apenas cambió nada.

Ahora quienes levantan la voz son los padres del club de gimnasía rítmica Pasqual Calbó (medio centenar firman hoy una carta en la sección de Opinión), cuyas deportistas no pueden entrenar en el recinto cuando llueve mínimamente. En el centro secundan este malestar. Cuando hay inundación deben trasladar las clases de Educación Física a un aula (si llueve, el exterior tampoco sirve) y sufren a diario la precaridad del polideportivo. Están hartos de reclamar sin resultado alguno. Recientemente han vuelto a hacerlo.

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