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La protección de la fauna autóctona y la conservación de la biodiversidad han ganado el primer asalto a la implantación de energía eólica en la costa norte de Menorca. La pugna entre el fomento de las renovables y el mantenimiento del paisaje para impedir cualquier alteración de los ecossitemas ha puesto de manifiesto el difícil equilibrio entre el desarrollo de sistemas de generación de energía limpia y su impacto en el entorno.

La protección de la miloca —o alimoche en castellano— ha sido un motivo decisivo por el que la comisión balear de Medio Ambiente ha desestimado el proyecto eólico S'Era Vella, que preveía la instalación de seis molinos de viento al norte de Ciutadella. A pesar de que este proyecto empezó su tramitación en 2008, el Plan de Conservación de la miloca aprobado un año más tarde impide explícitamente la construcción de molinos de viento en las áreas de campeo más intenso de esta especie, como es el caso.

La zona donde estaba previsto construir el parque eólico «debería tener la consideración de área biológica crítica», específica en el punto 14 del plan de conservación.

La miloca está catalogada  como especie vulnerable en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, motivo por el cual se desarrolló una iniciativa con el objetivo de conservar la presencia de este animal en Balears.
La población menorquina de esta ave carroñera se ha mantenido estable desde la entrada en vigor del plan de protección. Actualmente hay medio centenar de parejas reproductoras. Se trata del ave rapaz más grande de

Menorca, que puede alcanzar hasta los dos metros de envergadura.
Su grado de protección, por tanto, ha evitado que en la zona donde habita se instalen seis molinos de viento de 80 metros de altura que alterarían completamente el ecosistema en el que se encuentra.

AMENAZAS
Los principales peligros a los que debe enfrentarse la miloca son los envenenamientos, las molestias durante la cría y la pérdida de territorio. Potencialmente, según describe el Plan, puede verse afectada por la caza ilegal, accidentes con líneas eléctricas, plumbismo (intoxicación por ingerir plomo) y la falta de alimento.

En este sentido, el abandono de la práctica agraria y la disminución de la cabaña ganadera extensiva reducen las posibilidades de alimento para esta ave que come los restos de conejos y ovejas y casi nunca caza piezas vivas.