Cinco accesos controlados

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El Plan de Autoprotección de las fiestas de Sant Joan, realizado por el Grupo Team de Madrid pero pendiente todavía de ser plenamente consensuado por todos los grupos políticos, propone aforar Es Pla como si de un recinto cerrado se tratara.

Cabrán solo 15.680 personas, un máximo de cuatro por metro cuadrado, y 74 vigilantes dispuestos en cinco accesos diferentes, provistos con vallas antiavalancha, se encargarán de dejar pasar únicamente a quienes lleven la pulsera acreditativa correspondiente (roja con la cruz blanca para los mayores, blanca con la cruz roja para los menores de 16 años -que solo podrán entrar en el recinto acompañados de su tutor legal- y morada para el personal de la organización).

La pulsera, intransferible y que podrá conseguirse tanto por vía presencial como telemática, aportará los datos básicos de cada asistente. Para evitar litigios como el derivado del trágico accidente mortal del año pasado, se quiere que cada persona que baje a Es Pla «acepte los riesgos de las actividades y las consecuencias derivadas de las mismas hacia sus personas» y exima a la organización de cualquier responsabilidad si no sigue sus instrucciones. «El portador de la acreditación -remarca el plan- asume personalmente todo riesgo que pueda derivarse del evento». No se permitirán latas ni botellas de vidrio, ni más comida ni bebida que la de consumo personal.

Team sugiere que el reparto de pulseras -que según su propuesta inicial debían ser de pago- se lleve a cabo «con gran antelación», algo ya difícil de cumplir este año, puesto que apenas faltan ya dos meses y veinte días para el inicio de las fiestas de Sant Joan.

Solo se habilitarán cinco accesos, a ambos márgenes del Passeig de Sant Joan que da inicio a la colársega, y otros tres en los alrededores del Bastió de Sa Font. Por contra, se «bloquearán» (cerrarán) los accesos desde la cuesta de Capllonch, Sa Muradeta, Santa Bárbara o los hortales que miran a Es Pla.

184 efectivos, entre vigilantes, policías y voluntarios, incluidos los once coordinadores, velarán por la seguridad de los Jocs a lo largo de los 262 metros lineales de Es Pla, cuya anchura oscila entre los 9 y los 31 metros.

90 voluntarios, varios de los cuáles habrán ejercido antes de auxiliares en los accesos, serán los encargados de abrir paso a los cavallers que corran en los juegos de s'ensortilla, rompre carotes i córrer abraçats. Team propone, en este sentido, que se delimite un pasillo de tres metros de distancia mediante una cuerda pegada al público, «nunca estática ni sujeta a ningún elemento». Pero, si esta propuesta no concita consenso, podrá seguir utilizándose «el mismo sistema de contención y gestión de la masa empleado hasta ahora» para abrir carrerany. El objetivo, de todas formas, es «crear un espacio con mayor capacidad de establecer un recorrido uniforme y amplio para las carreras de los caballos. Y que sea más seguro en su tramo final».

El despliegue sanitario propuesto, «de gran envergadura», supera el operativo guía marcado por el Govern para este tipo de aforos y estará compuesto por un hospital de campaña, provisto de camillas para etílicos y hasta equipo de psicólogos, y cinco equipos de intervención rápida. En total, 30 personas más y siete ambulancias, dos de ellas de soporte vital avanzado.

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