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La cárcel menorquina se mantiene como la menos ocupada de España y en la actualidad setenta reclusos cumplen condena detrás de sus muros, en la carretera de Sant Lluís. La gran mayoría de esos internos son menorquines. Un 30 por ciento es nacido en la Isla mientras que si se computan los que residían en ella antes de entrar en prisión la proporción se eleva al 71 por ciento.

Unas cifras que serían incluso superiores si se tienen en cuenta los detenidos por delitos cometidos en Menorca y que pasaron a disposición de los juzgados, aunque no residieran en la Isla.

El origen y el vínculo de los presos con Menorca fue uno de los factores sobre los que se defendió la necesidad de contar con la prisión, ya que hasta que se inauguró en 2011 los menorquines que cumplían condena lo hacían en Palma, lejos de su entorno y sus familias.

El centro tiene una capacidad máxima para 210 internos y en él trabajan un centenar de personas que realizan diferentes turnos. Los cuerpos de seguridad se encargan de la vigilancia exterior.