Irene ha aprovechado para visitar Washington (en la foto) y Philadelphia

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Nació un 4 de julio, Día de la Independencia, que junto con la celebración de Acción de Gracias es una de las grandes fiestas nacionales de Estados Unidos. Y precisamente sus 22 años los ha cumplido allí, con la familia norteamericana que la acoge y la emplea como au-pair desde hace ya medio año. Irene de Saavedra Mateu tiene claro que en esta etapa de su vida lo que más le gusta hacer es lo que ya está haciendo: viajar. Está feliz en Chatham, un distrito acomodado del condado de Morris, en New Jersey, a solo 40 minutos de Manhattan en tren.

¿Cómo surgió la idea de trabajar de au-pair en otro continente?
— La verdad es que el año pasado pensé que no quería quedarme en Menorca durante el invierno, tenía la sensación de que venía un cambio y quería hacer algo grande. Trabajé mucho ese verano: en una náutica, limpiando barcos, haciendo de canguro, en una tienda de ropa..., para conseguir el dinero y cubrir los gastos de todo el papeleo y la cuota de la agencia, aunque hay que decir que la familia paga prácticamente todo. Y la posibilidad de ser au-pair surgió después de mirar y buscar mucho por internet, y de contactar con una agencia americana que tiene sede también en Alemania.

¿Y está contenta con su decisión?
— Sí, mucho, me encanta estar viviendo esta experiencia. La familia me trata como a un miembro más y aunque la cultura americana a veces es chocante ¡es increíble! Aunque al principio todo era un poco raro ahora me siento como en casa, para los niños soy casi como una hermana y estoy tan a gusto que he decidido ampliar mi estancia otro año y quedarme hasta enero de 2016.

¿Cómo son los niños que tiene a su cargo?
— Son dos, Alex de 3 años y la pequeña Audrey, de uno. Su madre, Jeanine, es pediatra pero ahora no ejerce, se ocupa conmigo de los niños. Bueno, y de tomar el brunch con sus amigas (ríe). Me encargo de llevar a Alex al colegio y también a los dos a sus actividades.

¿Tan pequeños?
— Sí, sí, hacen muchas. El niño va a natación, a fútbol, música, gimnasia...y la niña, aunque todavía hace dos siestas, también va a gimnasia para bebés. Pero es que aquí empiezan a hacer todo muy temprano, a las cuatro y media o cinco de la tarde están cenando, y a las siete durmiendo. A veces sus padres salen a cenar y me dicen que volverán un poco tarde, y se presentan a las nueve o las diez de la noche y me piden disculpas por retrasarse ¡y yo todavía no he cenado!

Intuyo que se lleva bien con la pareja, con sus anfitriones...
— Sí, cuando eres au-pair, tener una buena familia es lo más importante. Y a mí me ponen facilidades para todo, para viajar, estudiar..., suelen bromear y me dicen que cuando llegué les devolví la vida. Y eso que también tienen una nanny por si un día fallo y nadie puede quedarse con los niños.

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¿Se trata de una familia de un nivel social elevado?
— Sí, vivimos en una casa muy bonita, grande, con jardín, y hay más personal empleado, una chica de la limpieza y también entrenadores personales. Chatham es un barrio de nivel muy alto, en el que prácticamente todo el mundo trabaja en Nueva York, ya que Manhattan está a 40 minutos en tren. Eso es algo que también me hizo decidirme a venir. Lo que pasa es que se trasladan aquí, a las afueras, en cuanto tienen hijos. Alex, el padre, trabajó en Wall Street y ahora trabaja en el Bank of America.

Todo parece sacado de un guión de película ¿no le parece?
— En cierto modo sí pero es la realidad, existe. Por ejemplo Jeanine está a dieta pero no cocina nada, le traen su menú de régimen ya cocinado cada día a casa, en una maletita, solo para ella. Yo cocino para mí, porque aquí la cultura culinaria me parece muy pobre, y adapto la dieta a mis gustos. Lo que es impresionante es ir a un supermercado y ver que tienen un pasillo entero, metros y metros, ¡solo dedicado a las salsas!

¿Nota otra diferencias?
— La manera de educar a los hijos es muy distinta. Prácticamente tienen todo lo que quieren, ¡hay una cantidad de juguetes en casa! En cuanto piden algo, se compra on line y al día siguiente está el paquete en la puerta.

¿Y cómo va el idioma? ¿Ha avanzado su inglés desde que llegó?
— Sí, ahora ya voy al cine y me entero de las películas en inglés americano (ríe), pero al principio me costó mucho, porque el acento es muy diferente al que yo estudié. Creo que en España salimos con un nivel de inglés insuficiente, no puede ser que estudies desde que eres pequeño y luego no seas capaz de mantener una conversación de nivel medio-alto. Ahora voy a clases para perfeccionarlo.

¿Le facilitan el aprendizaje?
— Sí, porque además cuando vienes de au-pair a Estados Unidos es un requisito sacarte seis créditos en una universidad, tienes que estudiar obligatoriamente y la familia te da 500 dólares para eso. Yo estudio en el County College of Morris, de momento inglés, y el segundo año buscaré otra materia que me guste.

¿Echa de menos Menorca?
— Pues me he sorprendido a mí misma, porque no he llorado nunca y el tiempo me está pasando rapídisimo. Está claro que siempre te añoras pero de momento tengo claro que no quiero establecerme allí, y tampoco sé si lo haré en España. Mi madre creo que no lo lleva tan bien (ríe) pero fue la primera que me apoyó en todo. Además desde aquí he podido viajar, he visitado Washington y Philadelphia, y acabo de volver de unas vacaciones con otras au-pair en Costa Rica. Tengo claro que quiero que mi vida se base en viajar ¡me encanta!