José González junto a una mascota

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El paraíso en la tierra. Ese es el calificativo que más a menudo se da a las playas de arena blanca y agua límpida de Punta Cana, al este de la República Dominicana. Desde 1984 con aeropuerto internacional, esta zona caribeña es uno de los reclamos turísticos más importantes del mundo y empresas baleares están presentes ofreciendo hoteles de lujo como el Iberostar Bávaro. Allí trabaja, desde noviembre de 2012, el menorquín José González Florit. No es su primera experiencia en un resort en destinos exóticos, de hecho, retoma una trayectoria que inició en otras islas y otros continentes.

¿Qué le llevó a Santo Domingo?
– Antes de partir rumbo a la República Dominicana trabajé como profesor interino en el instituto de Llucmajor, en Mallorca, pero la situación actual de la enseñanza y la pérdida de poder adquisitivo del funcionariado en general me empujaron a volver a la empresa privada. Mi hermano Manuel me facilitó las cosas para entrar en la cadena Iberostar así que el 22 de noviembre de 2012 renuncié a mi plaza en el instituto y el día 28 ya llegué a República Dominicana.

¿Había trabajado antes en el sector hotelero?
– Sí, de hecho mi carrera profesional empezó en dos hoteles de Zanzíbar, en Tanzania, como asistente del jefe de mantenimiento. Después pasé a trabajar un año en la central de la misma gestora hotelera, hasta que finalmente me mandaron un año como jefe de mantenimiento de un hotel en Cabo Verde. Cansado de estar lejos, volví y conseguí un trabajo con Ferrovial en el Hospital de Manacor, donde estuve cuatro años, hasta que me llamaron para una sustitución en el politécnico de Palma como profesor de Edificación.

¿Le gustó la educación?
– Tanto que dejé Ferrovial y seguí trabajando como profesor durante seis cursos más, pasando por el instituto de Inca y el de Llucmajor, que es donde aparqué la docencia para venir a República Dominicana.

¿Esperaba retomar su profesión en Playa Bávaro?
– La verdad es que nunca imaginé que me destinaran a este país, lo había visitado con anterioridad y no me había llamado mucho la atención, pero acepté y no me arrepiento; al final todos los lugares tienen su encanto. Además, los dominicanos son en general gente muy alegre, amantes del ruido y del ron, algo incívicos en la carretera pero trabajadores y muy creyentes.

¿Cómo ven ellos a los españoles que trabajan en los resorts?
– Al ser una zona turística nos ven siempre como una fuente de ingresos.

Recientemente un suceso, el asesinato del dominicano residente en Ciutadella, Esteban Adames, en su país de origen, ha conmovido a Menorca. ¿Hay tanta inseguridad ciudadana como se dice?
– Sinceramente, yo no creo que sea un país peligroso, pero sí es cierto que hay zonas que son más complicadas que otras. Hace poco también asesinaron a uno de nuestros empleados en Higüey, al parecer por un ajuste de cuentas. Pero no sucede nada que no ocurra también en las grandes ciudades de España. Cada mañana pongo las noticias de Televisión Española en internet, veo el telediario en diferido y siempre llego a la misma conclusión, aquí estamos muy bien.

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¿Es un problema la desigualdad social?
– Bueno, es cierto que la riqueza en República Dominicana está mal distribuida, aquí conviven personas que tienen que vivir en chabolas y con sueldos por debajo de los 200 euros al mes, con otras que poseen grandes mansiones, como la de Julio Iglesias en Punta Cana.

(El cantante español es propietario de una espectacular casa en República Dominicana pero, además, desde 1997 es socio mayoritario, junto con el diseñador de moda Óscar de la Renta, del grupo turístico Puntacana, SA).

¿Qué tipo de turistas reciben en su hotel?
– Básicamente es turismo americano y canadiense, aunque también vienen muchos argentinos y chilenos. Españoles muy poquitos.

¿Tal vez van más en busca de trabajo que de turismo?
– Pues la verdad es que se nota la crisis en España, cada vez hay más profesionales que vienen en busca de una oportunidad. También suelen venir muchos con empresas españolas en busca de más volumen de trabajo en la zona..., y muchos españoles que vinieron a trabajar en la hostelería y acabaron montando aquí su propia empresa.

¿Cómo es la oferta turística?
– En Bávaro hay buenos restaurantes, bares, discotecas y cines. En general es todo caro, pero a medida que vas conociendo más lugares, vas seleccionando los mejores por la relación calidad-precio. Lo cierto es que mi adaptación aquí ha sido sencilla, puesto que vivo dentro del complejo turístico, y te lo dan todo: manutención, alojamiento, vehículo para el fin de semana..., con esas condiciones, uno se acomoda fácilmente.

¿Cómo es su trabajo en el complejo?
– Mi trabajo consiste en gestionar la parte técnica de los cuatro hoteles y las zonas comunes del complejo. Dirigir todas las obras de remodelación, mejorar las instalaciones para lograr la máxima eficiencia energética, implantar un sistema de mantenimiento preventivo y, en general, aportar mi opinión a todas las decisiones técnicas. El trabajo es completamente impredecible, tengo días muy tranquilos de oficina y reuniones, y días con muchos problemas técnicos o visitas que se solapan.

Pero tiene tiempo de practicar su deporte favorito, el kitesurf.
– Sí, el día a día consiste básicamente en trabajar y a partir de las siete de la tarde, dedicarlo al deporte, correr y gimnasio entre semana y el fin de semana, kitesurf si hace viento o si no, nadar hasta la barrera de coral en busca de alguna tortuga.

Desde luego, suena a paraíso. ¿Hay tiempo para pensar en lo que dejó atrás?
– De Menorca añoro muchas cosas..., mi familia, el mar, el olor a esclata-sangs, el Camí de Cavalls, el jaleo, la pomada, Punta Prima y la Isla del Aire...¿sigo?