Aparicio. Acompañó a los menorquines en la clausura del curso - Cris

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Un jovial Guillermo Aparicio García (Ceuta, 1937) es el presidente nacional de Vida Creixent desde hace tres años. Antes había sido tesorero de este movimiento que aglutina cristianos adultos y al que pertenece desde hace siete años. Aparicio, militar retirado - "de la XVIII Promoción, que no es poca cosa", puntualiza entre risas- casado, con cuatro hijos y seis nietos e hincha del Atlético de Madrid, ha acudido a la Isla para participar en la clausura del curso de Vida Creixent Menorca que tuvo lugar ayer en Ciutadella.

La entrevista, enriquecida con las aportaciones de Sergio Oliba y Fraterno Lluch, responsables de Vida Creixent de Catalunya, Andorra y Balears, y Menorca, respectivamente, se convierte en una cátedra sencilla y sentida de la contribución de Vida Creixent al día a día de sus miembros, a los que les ofrece un espacio para vivir de una manera más sosegada y consciente su fe, aceptar su propia condición de persona mayor así como el camino que van tomando los hijos cuando se tienen, sin convertirse en una carga para ellos y siempre desde posturas que no impliquen rechazo, además de aportar experiencia y un punto de alegría a las comunidades parroquiales.

¿Cuántas personas están vinculadas a Vida Creixent en España?

25.639 personas, mira que número más exacto.

¿Y ese tirón a qué se debe? ¿Cómo ve el futuro?

Porque los mayores tienen mucha fuerza y nuestros antecesores se movieron mucho para que estuviésemos en todas las diócesis. Y veo que tenemos mucho futuro porque este país cada vez tiene más gente mayor.

¿No les afecta entonces el laicismo imperante en la sociedad española?

Este laicismo se nota en todos los ambientes pero los mayores tienen una fe adquirida que cuando se les invita a participar vuelve a aflorar.

¿Qué aporta a un mayor Vida Creixent?

Al mayor Vida Creixent le aporta la esperanza y la alegría de vivir y de seguir viviendo cuando se traspase el umbral de esta vida. Hay que tener en cuenta que los mayores viven por lo menos 30 años como tales. Esto es un tercio de la vida en el que hay que cuidarse del espíritu, que en los otros dos tercios hemos tenido muy olvidado, y que es lo que nos llevará a la vida eterna. Además le hace compartir con sus hermanos creándose nuevas amistades y dando un nuevo sentido a su vida de apostolado y servicio.

¿Y los mayores qué dan?

El mayor aporta su experiencia y sus vivencias a los demás y a él mismo.

¿Qué relación mantienen con otros grupos parroquiales? ¿Y con los párrocos?

Con los otros grupos muy buena, todos en conjunto formamos la comunidad parroquial, y con los párrocos, de todo hay, como en la viña del Señor, unos son muy entusiastas y otros nos reciben poniendo ciertos obstáculos -"normalmente por falta de tiempo", apunta Oliba-. Pero este movimiento realmente no da más trabajo sino que colabora con los párrocos.

¿Qué retos se plantean para mejorar?

Hay que potenciar el compromiso que deben adquirir los miembros a la hora de aceptar ciertos puestos de dirección.

Fraterno Lluch.- Conseguir que las personas mayores se den cuenta que lo son y no pospongan su entrada a más adelante.
Sergio Oliba.- Y vencer las reticencias de la gente que se deja influenciar por la mala prensa que tiene la jerarquía católica y que nos acaba afectando a todos, lo que se consigue siendo coherente con lo que crees en lo que dices o haces. La gente sabe muy bien cuando lo eres y cuando no.
Aparicio.- Nuestro objetivo debería ser que quien conociese a un miembro de Vida Creixent pudiese decir "mira, en esa casa vive un cristiano".

¿Cómo ha visto Vida Creixent Menorca?

Bien pero necesita tanto de la Iglesia como de sus miembros para el apostolado para poder crecer.