Gran ambiente. La población vivió con intensidad el primer día de fiesta, que transcurrió sin incidentes graves | Gemma Andreu

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Pasa el verano, y con él las fiestas patronales. Este sábado fue el turno de Sant Climent, la pequeña población del municipio de Maó donde la fiesta es cada vez más grande. Según los lugareños, la afluencia de gente sigue creciendo año tras año. Y como es costumbre, la celebración arrancó con el sonido de las campanas y el lanzamiento de cohetes, signo inequívoco de que quedaban por delante dos jornadas de intenso jolgorio.

Así, pasadas las 17.30 horas, en una calurosa tarde, con los Gegants de Maó y Llucmaçanes, los cabezudos y la Colla de Grallers de Maó al ritmo marcado por el grupo musical Cap de Fibló, el pasacalles sirvió como preludio del momento más esperado por los vecinos de Sant Climent.

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Fue en la entrega de la bandera cuando se vivió uno de los momentos más emocionantes de la jornada: la presidenta de la asociación de vecinos, Anna Pons, delegó su función en Joan Miquel Pons, el caixer batle, quien dio la enseña a su hijo y además caixer fadrí, Guillen Pons. Otra de las novedades fue que el principal jinete de la qualcada recibió el bastón de mando de manos la alcaldesa Conxa Juanola con los pies en tierra, y no subido al caballo como es habitual.

A continuación, la qualcada, integrada este año por 45 jinetes, desfiló por las calles del pueblo antes de dirigirse a la parroquia, donde se celebraron las completes. Tras los momentos de recogimiento y reposo, la fiesta recuperó a las 20.30 horas todo su brío con la celebración del Jaleo, al ritmo siempre animado y espectacular de la Banda de Música de Es Migjorn Gran. Toda una fiesta que este domingo sigue adelante.