Jaleo en la plaza de Sant Gaietà, animado por la Banda de Música de Maó | Javier Coll

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La bandera de Lluçmaçanes ya está de nuevo en manos la asociación vecinal del popular barrio de Maó. Su misión es custodiarla hasta el verano que viene con el objetivo de que vuelva a ser el emblema de unas fiestas ejemplares, como a las que se pusieron punto y final este domingo tras un fin de semana repleto de emociones. Familiar, cercana , entrañable podrían ser los adjetivos que mejor definen la celebración de Sant Gaietà 2015.

El buen ambiente de la primera jornada se repitió de nuevo el domingo. La banda de cornetas de José y sus Muchachos se encargó de poner las primeras notas de alegría a primera hora de la mañana. La reflexión y el recogimiento tuvo lugar a partir de las diez y media de la mañana con la celebración de la Missa de Caixers y la tradición del aigua-ros.

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Con puntualidad británica, el mediodía coincidió con el inicio del Jaleo, que se celebró sin las aglomeraciones de otros años, lo que propició que los más jóvenes pudieran vivir la fiesta mucho más cercana. Tras las dos vueltas, la qualcada inició una tercera para la entrega de canyes al son de la tradicional melodía de «El maniquí», interpretada por la Banda de Música de Maó.

La beguda, que comenzó a las tres de la tarde, puso el punto final a la parte más protocolaria de San Gaietà, que no obstante continuó por la tarde con una fiesta para conmemorar el 25 aniversario de la Colla de Geganters de Llucmaçanes. La música de Bastió de s'Illa primero y los fuegos artificiales cuando se acercaba la medianoche pusieron el broche a una fiesta que vivirá hoy su última jornada de actividades.