Los vecinos de Llucmaçanes disfrutaron por todo lo alto de una jornada en la que recibieron menos visitantes que otros años | Gemma Andreu

TW
0

Amaneció ayer Llucmaçanes con ganas de fiesta pero con un ojo puesto en el cielo. Las previsiones meteorológicas habían anunciado la posibilidad de lluvia para la mañana, pero aseguraban que la tarde no corría peligro alguno. El panorama tardó en despejarse del todo, pero al final el tiempo respetó la celebración de San Gaietà.

Si las fiestas patronales menorquinas ya tienen su encanto de por sí, en el caso de las poblaciones más pequeñas, como es el barrio de Llucmaçanes, el sabor es más auténtico si cabe. Unas fiestas en pequeño formato, para vivir de cerca y en un ambiente muy familiar, pero con cientos de visitantes siempre bien acogidos por la comunidad vecinal. Por segundo año consecutivo, el hecho de que la fiesta coincidiera con la celebración de Sant Cristòfol de Ses Corregudes, en Es Migjorn Gran, favoreció que no se produjeran las aglomeraciones de otros años.

Noticias relacionadas

Así, ayer, casi una semana después de que comenzará la celebración con el pregón de Juanjo Orfila, el repique de las campanas y el sonido de los morteros anunciaban en torno a las 17.30 horas el inicio de la primera jornada de fiesta. Un arranque que en esta ocasión fue un tanto especial porque uno de los grandes protagonistas de la misma, la Colla de Geganters de Llucmaçanes, está este año de aniversario tras alcanzar un cuarto de siglo de historia. Al ritmo marcado por la Banda de Música de Maó, comenzó a desarrollarse una intensa jornada festiva, que se prolongó hasta entrada la madrugada. Uno de los momentos más esperados y emotivos de las fiestas llegó a las siete de la tarde en punto, cuando Víctor Pons hizo sonar el primer toc de fabiol. Momento en el que comenzó el replec de una qualcada que este año está integrada por 41 caballos.

Tras el agrupamiento de caixer y cavallers, dirigidos por el caixer batle de la nueva junta, Xavier Janer, la comitiva se dirigió, como marca el protocolo, a la iglesia de Sant Gaietà para rendir homenaje al santo patrón. Fue a las 8.20 de la tarde cuando la fiesta estalló en todo su esencia con la celebración del Jaleo en la céntrica plaza del barrio. Así, con la música de fondo de la Banda de Maó, la población se sumergió de lleno en la fiesta. Tras la exhibición realizada por caballos y jinetes, la celebración continuó para cerrar la primera jornada con la verbena amenizada por el grupo Menorca Sound Machine.

Al cierre de esta edición, según informó la Creu Roja, la fiesta había transcurrido sin incidentes graves y tan solo tres atenciones por heridas leves por pisotones de caballos.