La población disfrutó de la tradición de despedir las fiestas con buenas dosis de diversión | Javier Coll

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La alegría y el buen humor volvieron a ser los protagonistas una vez más de la última jornada de las fiestas patronales de Es Migjorn Gran. Sus habitantes, y muchos visitantes, dijeron ayer adiós al programa de actos de Sant Cristòfol de ses Corregudes, para poner así el broche final a unas fiestas que a juicio del alcalde de la población, Pere Moll, «se han disfrutado por todo lo alto».

El municipio más pequeño de la Isla demostró una vez más lo grandes que son sus celebraciones. Tras una mañana que comenzó en torno a las 9 horas con el toque de diana a cargo de la Banda de Cornetes i Tambors des Migjorn Gran, y que prosiguió a las 11 con la tradicional misa para recordar a las personas fallecidas en el último año, la parte más animada de la jornada no llegó a perfilarse hasta media tarde.

Después de la celebración de los juegos infantiles, que concluyeron con una traca cargada de sorpresas, dieron comienzo los actos más esperados del día. Así, en torno a las 19.30 horas arrancó el passacarrers del dilluns, protagonizado por la Banda de Música des Migjorn Gran bajo la batuta de su director, Isaac Mascaró. En esta ocasión, los músicos volvieron a dejar colgada en el armario su indumentaria habitual para sorprender a los asistentes a la fiesta con su secreto mejor guardado, su disfraz, que esta ocasión fue el de minero.

Así, la canción principal no fue otra que la más conocida de Antonio Molina, que entonaron por las calles más céntricas de la población, hasta que llegó el momento más espectacular de la jornada, un Jaleo d'Ases en Sa Plaça en el que participaron diez animales y una Junta de Caixers muy peculiar.