La pandemia ha evidenciado una brecha de protección significativa, en la que ha destacado especialmente el papel crucial que desempeña el sector asegurador, ya que ofrece una salvaguarda contra lo desconocido y lo impredecible.   

Pero, además de la crisis sanitaria, irrumpió la guerra en Ucrania, desencadenando un estallido global de inestabilidad y vulnerabilidad y una subida abrupta de los precios. Pese a ello, el sector logra darle carpetazo y supera, aunque sea por poco, los ingresos por primas que registró en 2019, año anterior a la crisis sanitaria. El último informe de la Asociación Empresarial del Seguro (Unespa) desvela que el sector facturó 64.673 millones de euros, un 0,8 por ciento más que antes de la covid-19 y un 4,6 por ciento por encima de 2021. Las protecciones que mejor están funcionando son las de salud, que lideran el crecimiento. Esto viene a reflejar las consecuencias de la pandemia que todavía se dejan sentir, así como el creciente interés social percibido hacia esta modalidad de aseguramiento, presidida por la eficiencia en la gestión y el servicio.

Ejemplo de ello es que el 30,1 por ciento de los ciudadanos de Balears tiene concertado un seguro de salud privado. Es una de las comunidades con mayor penetración de este tipo de pólizas.