Gino Rovellada, durante la entrevista que concedió a este diario. El entrenador mahonés del Pinta B Es Castell, como acostumbra, se mostró claro y directo en sus respuestas | Josep Bagur Gomila

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Cuatro años sin cargo ni responsabilidad ninguna dentro del basket insular pasan a ser un fragmento del pasado en la biografía de Jordi 'Gino' Rovellada (Maó, 1972), de nuevo en primera línea, tanto por su trato con el Pinta B Es Castell, del que es su flamante entrenador, como por el exuberante impacto alcanzado por este club en el actual mercado insular. Un retorno que no podía concederse un margen mayor. Luego de un trecho temporal prudencial, preciso para revitalizar la dosis de ilusión y regenerar su amor por el basket, con el regreso de Gino Rovellada el contexto local recupera al que ha sido, ya fuera en su versión de jugador como en la de entrenador, un rostro asiduo en la cronología de sus últimos tres decenios. Sincero y afable, crítico y directo, dotado de un liderazgo de difícil émulo en nuestra latitud, Es Diari da voz al que será uno de los grandes protagonistas de la nueva temporada.

El baloncesto menorquín lleva cuatro años sin Gino Rovellada, ¿qué ha motivado y cómo se ha producido este regreso?
-Estaba totalmente retirado en mi casa, sin hacer nada de basket, ni siquiera iba a ver partidos, y el año pasado, Martín Armendáriz y Cuco Calderón, de Pinta B, al patrocinar al equipo, empezaron a animarse... entonces ellos también tenían el problema de que necesitaban a un entrenador que les pusiera el carnet. Un día era Felipe Pons, en Palma llamaban a un entrenador que vivía allí... total, que quedé con un día con Martín (Armendáriz) para tomar una cerveza y terminó pidiéndome que si quería entrenar. Le respondí que si él jugaba, aceptaba. Después ya quedé con Tato Airós y Tomeu Vanrell y la cosa se cerró con rapidez. Acepté además sin importarme el tipo de equipo que tendríamos, simplemente quería saber con que gente contábamos para tener una idea clara sobre lo que trabajaría, y a partir de ahí, empecé a ilusionarme.

Un retorno por tanto totalmente motivado por la llamada de Es Castell.
-Sí, sí, yo no me planteaba volver. Cuando terminé en el Sant Lluís, donde estuve ocho años de entrenador, sinceramente no me apetecía entrenar, si bien tampoco nadie me llamó. Me ofrecieron ser asistente del seleccionador de IGA, hará tres o cuatro años, pero ir de 'segundo' no me interesaba.

El baloncesto menorquín está mal, el mercado aún peor... pero el 'golpe' del verano lo ha dado Es Castell con el fichaje de 'Pitu' Jiménez, un perfil de jugador cuya sola presencia, alza un proyecto.
-Cuando fiché, tuvimos una reunión en el club, y el planteamiento fue, asumiendo como está el basket menorquín, conseguir que el club creciera. Es Castell empezó como un proyecto de Tomeu Vanrell, el presidente, y Tato Airós, ellos lo hacian todo, y su idea era crecer. A través del padre de Martín Armendáriz le planteamos a Pitu nuestro proyecto. Tienen el negocio uno junto a otro y así empezamos. Luego nos reunimos tres o cuatro veces con Pitu, que al parecer andaba poco satisfecho con lo que hacía el Sant Lluís, y vimos que tenía predisposición en venir a Es Castell.

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