La presidenta de la Associació Memòria de Mallorca, Maria Antònia Oliver y Tomeu Garí, historiador y vocal de la asociación. | J. Socies

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A las 7:30 de la mañana de este lunes un equipo de arqueólogos liderado por Cristina Rihuete y Beatriz Palomar iniciaban los trabajos de cata de la fosa común existente en el cementerio de Sant Joan. Allí según todos los indicios están los restos de tres vecinos del municipio de Maria de la Salut, Joan Gual Genovard 'Puro', Miquel Sampol Ribot 'Mio' y Jaume Gual Mas que fueron fusilados en octubre de 1936 en la zona de Puntiró (Palma) para luego ser tirados en un pozo del municipio de Sant Joan.

Los trabajos que se han iniciado esta mañana se prevé que puedan finalizar en dos o tres días. La presidenta de la Associació Memòria de Mallorca, Maria Antònia Oliver París, manifestó que "hemos empezado por esta fosa por la buena disposición del Ajuntament de Sant Joan, y para realizarla con éxito debido a la existencia de pocos cadáveres y estar más o menos bien localizados". Oliver señaló que "se trata de un día histórico para las victimas ya que si encontramos una las encontramos a todas".

Esta noche a las 21 horas en el Ajuntament de Sant Joan y en un acto abierto al público se darán a conocer los primeros pasos del día de hoy.

Los arqueólogos, alguno de ellos con experiencia en exhumaciones similares llevadas a cabo en la península, cumplían su cometido en la parte antigua del cementerio, al lado de unas paredes laterales del santuario de la Concepción y dentro de un perímetro acordonado para no ser molestados por eventuales curiosos o la prensa.

La labor de prospección para encontrar los restos óseos de los tres vecinos del pueblo de María de la Salud asesinados en octubre de 1936, cuando estaban bajo la custodia de una partida de fascistas de aquel municipio que les trasladaba de noche a Palma, se centra en lo que ha sido un parterre en el que hasta ahora crecían las hierbas, situado sobre una o varias fosas comunes.

«También puede ser que no los encontremos», ha dicho Oliver, sobre las víctimas y a escasa distancia de la fosa en la que documentos oficiales de la época indican que se les enterró como desconocidos después de que trasladaran sus cadáveres a Sant Joan desde un pozo de la finca de Son Fred de este municipio y al que fueron arrojados.

El historiador mallorquín, Tomeu Garí, ha explicado que la localización de esta fosa en la que pueden estar los restos de las tres víctimas es producto del examen del cúmulo de documentación y fotografías, muchas con imágenes que hieren la sensibilidad, que ha facilitado a la asociación el Juzgado Togado Militar sobre las causas franquistas.

«Creo que hoy es un día muy importante porque por primera vez una asociación sin ánimo de lucro y con muy poco dinero, ha hecho posible hacer esto», ha apuntado Garí, miembro de la directiva de Memoria de Mallorca.

Garí ha destacado que esta tarea que realiza la asociación le corresponde también al gobierno de Balears «y además tiene la deuda de realizarla como han hecho en otras comunidades autónomas» del Estado español.

En principio, se estima que los primeros indicios positivos sobre la identidad de las víctimas a las que están buscando se puedan conocer «en dos o tres días», aunque la seguridad no llegará hasta que las pruebas de ADN confirmen que, efectivamente, se trata de los restos de estos campesinos.

Memoria de Mallorca, que ha denunciado en reiteradas ocasiones la falta de apoyo por parte del actual Gobierno autónomo, ha apuntado que hace la primera exhumación en el pueblo de Sant Joan gracias a la ayuda recibida del Ayuntamiento de este municipio, regido por la alcaldesa, Catalina Gayà, quien gobierna con el respaldo del PP.

Hasta el cementerio se han desplazado algunos familiares de las tres víctimas, aunque también personas de otros lugares de Mallorca que perdieron a seres queridos durante la represión franquista y persiguen recuperar los cuerpos para darles sepultura.

«Estoy muy contento de estar aquí, de ver esto» ha podido decir con palabras rotas por la emoción, Miquel Bonet Bassa, cuyo padre fue fusilado en Manacor y cuyos restos espera que aparezcan «cuando todavía estoy vivo o más adelante».