El candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa. | ANDREU DALMAU

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La campaña electoral de las elecciones catalanas llega este viernes a su final con el candidato del PSC, Salvador Illa, encabezando todas las encuestas y con una pugna Junts-ERC para liderar el espacio independentista, aunque la mayoría de sondeos dan ventaja a la candidatura de Carles Puigdemont. En la recta final, Illa ha tratado de mantenerse como favorito y centrado las críticas del resto de candidatos en los debates, a las que replicó anunciando dos fichajes si gobierna: Núria Parlon como consellera de Interior y el excomisario jefe de los Mossos Josep Lluís Trapero como director general de la policía catalana.

El presidente de la Generalitat y candidato a la reelección, Pere Aragonès, no ha cerrado totalmente la puerta a pactos postelectorales con PSC y Junts pero insiste en que «lo importante no es el quién, sino para hacer qué», y ha tratado de movilizar el voto de los indecisos para tumbar las encuestas, que le pronostican un descenso de hasta 10 diputados (ahora tienen 33). Puigdemont también ha apelado al voto, sobre todo de indecisos y abstencionistas, con el objetivo de quedar por delante de ERC, acercarse a Illa e incluso arrebatarle la victoria: «Cuando tenemos delante misiones que nos dicen que son imposibles, nos movilizamos para ganarlas».

La candidata de la CUP, Laia Estrada prioriza pactos con ERC, Junts y Comuns tras el 12 de mayo pero ha endurecido su tono contra Junts, al que reprocha compartir agenda con el PSC, y, en la recta final de campaña, ha detallado una de sus medidas estrella: 4.000 millones de euros anuales de inversión en vivienda. Jéssica Albiach (Comuns Sumar) ha dejado claro que no pactará con Junts, ha acusado al PSC de querer «sustituir a Convergència» y ha insistido en reprochar que aún se contemple la posibilidad del proyecto de Hard Rock en Tarragona.

Por parte del PP, líderes destacados han desembarcado repetidamente esta semana para apoyar al candidato, Alejandro Fernández, y recorrer el territorio, como el propio Alberto Núñez Feijóo y los presidentes autonómicos Isabel Díaz Ayuso, Alfonso Rueda y Juanma Moreno, para alertar de que Illa es igual de «separatista» que Aragonès y Puigdemont. El candidato de Vox, Ignacio Garriga, ha estado acompañado esta semana por el líder, Santiago Abascal, que ha desplegado su discurso contra la inmigración ilegal en municipios con altos porcentajes de inmigrantes, como Salt (Girona), y ha culpado al PSC de «iniciar» el proceso independentista ya desde los expresidentes socialistas Pasqual Maragall y José Montilla.

El candidato de Cs, Carlos Carrizosa, ha dicho esta semana que fue un error enviar al Congreso a la que fue líder del partido en Catalunya, Inés Arrimadas, porque «mucha gente se sintió abandonada», y espera batir las encuestas, que le dejan fuera del Parlament, apelando al voto de abstencionistas y de desencantados del PP y PSC. Además, esta semana PSC y Junts+ se han sumado al compromiso que ya firmaron ERC, Comuns y la CUP para no pactar con Vox ni con Aliança Catalana después de las elecciones catalanas, con el objetivo de combatir «el racismo y la extrema derecha» antes y después de los comicios. Según el documento, tanto Vox como Aliança Catalana (AC) suponen «una grave amenaza añadida a los derechos de casi todo el mundo», piensen lo que piensen sobre la independencia de Catalunya, y su presencia en las instituciones solo sirve para minar la democracia, textualmente.